domingo, 5 de junio de 2016

Loquillo c/Leiva, "En el final de los días"


Pregunté a los clásicos/ por mi tendencia suicida/ Me miraron sonriendo/ las excusas siempre son las mismas

Cuando pienso en Loquillo, siempre recuerdo dos cosas. O tres. Porque antes que nada recuerdo a un amigo, escritor y dramaturgo --pero antes que nada periodista de rock-- uruguayo Gabriel Peveroni, que lo reverencia como nadie. Pero mi primer recuerdo va hacia un disco, el que comenzó a cimentar mi interés en la figura del Loco hacia fines de los 80. Era un doble en vivo, y tenía un título irresistible: A por ellos... que son pocos y cobardes. Salvo por la música en los surcos, que tenia un sonido horrible, todo en ese disco era irresistible: la estética, las canciones, las letras, los textos del sobre interno, y aquellas imágenes. El rescate de una increible campaña de prensa supuestamente anti-droga que decía: "Esperamos que el espectaculo de nuestros cerebros fulminados sea suficiente. No te drogues como nosotros". No se cómo era que el disco había llegado a la discoteca de Radio Mitre, donde por entonces yo pululaba, y cada tanto ligaba algún simple de promoción repetido de la época, que por supuesto aún tengo por ahí. Por ejemplo, fue en esa discoteca que me hice fan de los dos últimos discos solistas de Calamaro antes de irse con Los Rodríguez, Por mirarte y Nadie sale vivo de aquí. Mi trabajo era escribir guiones para dos programas de FM 100, Los queridos 70 y Los 80 en fuga, pero siempre la música ganaba la partida y la visita para retirar las listas de temas se alargaba charlando de lanzamientos, curioseando por los estantes, rescatando disco perdidos. Uno de ellos era el doble de Loquillo, que era impasable para la radio y estaba casi virgen, y en un afán justiciero, después de visitarlo seguido --los fanáticos de los discos que no tenemos los solemos visitar cuando los encontramos pero por alguna razón no podemos comprarlos, pregúntenles a los empleados de las disquerías-- terminó donde tenía que terminar, en mi discoteca, donde aún está, acá lo tengo a mi lado mientras escribo esto, con la etiqueta de la discoteca mal arrancada, pero sigue siendo un objeto irresistible aunque no haya vuelto a escuchar desde entonces. Mas alla del fetichismo, en una epoca en que la informacion no circulaba, ahí estaba todo: el mito, la data, y mas que nada, las canciones y las letras. Desde entonces lo sigo al Loco, y nunca me ha defraudado. Bueno, sí, alguna que otra vez la repetición de su mito hasta gastarlo y la dureza de su ritmo terminan cansando, como suele suceder con las apenas dos marchas que tiene el rock español, pero apenas te descuidás vuelve a demostrar su toque de siempre, y uno otra vez está rendido a sus pies. Aún hoy pienso que Rock n roll star es una obra maestra, y siempre me fasciné con la relación amor-odio que mantuvo con Sabino Méndez, responsable de muchas de las canciones mas miticas de su repertorio, y autor de un libro ineludibles a la hora de hablar de literatura del rock en español, como Corre rocker, crónica personal de los ochenta. Cuando el Loco asumió la adultez en un discazo como La vida por delante, pensé que como rocker de campera de cuero ya lo había dado todo, y a partir de entonces confieso que le solté la mano. No lo volví a revisitar durante su largo transito por la madurez y cuando el año pasado la volvió a rockear con un disquito de campera de cuero, aunque le presté algo de atención me pareció que con la nostalgia no alcanzaba. Pero con Loquillo nunca se sabe y acá está de regreso, con un discazo que te agarra de las solapas y no te suelta. Como sucede con este En el final de los dias, segundo tema del flamante Viento del este, compuesto junto a Leiva, de Pereza. Me saco el sombrero también por él, ya que aunque no he revisado lo suficiente a los Pereza, tanto con Quique González como ahora con Loquillo, Leiva parece garantía de buen rock y canciones. Nota mental: escuchar a Leiva con mas ganas y menos prejuicios. Fin nota mental y volvamos a Loquillo y al domingo, frío y de sol, que se merece un tema como En el final de los días. Subimos la escalera/ sin saber a dónde iba, canta el Loco, y podemos cantarlo todos, una y otra vez. Ya sea acá debajo, a un play de distancia, o buscándolo al final del Lado A del último Música Cretina, que todavía rebalsa de música para compartir.

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