sábado, 11 de junio de 2016

Alceu Valenca, "Quando Eduim desce a Ribeira"


Cuando Eduim baje hasta Riveira/ Olinda entera escuchará su afoxé

Según encuentro en el librito que acompaña la reedición en compact de Leque moleque, uno de los tantos discos fallidos que Alceu Valenca grabó en la segunda mitad de los 80, Eduim es el nombre del músico invitado que toca el atabaque como invitado en este tema, claramente un homenaje a quien imagino debía ser --porque no pude encontrar ni una referencia en internet-- un músico popular de la zona. Defensor rocker de los ritmos musicales nativos, Valenca fue uno de los primeros artistas que intentó durante los años 70 --junto a otros musicos nordestinos como Ze Ramalho y Raimundo Fagner, denominados como Os violéctricos-- romper con el eje Rio-San Pablo que desde siempre determinó a la industria de la música brasileña. Encontró su lugar en los 80, gracias a dos discos contundentes como Coracao bobo (1980) y Cavalo de pau (1982), que lo convirtieron en estrella justo cuando el rock brasileño de la década estaba empezando sacar pecho. Hay una historia que pinta de cuerpo entero su leyenda, y tiene que ver con un tema que aún hoy cuando lo escucho me pone la piel de gallina. Se llama Anunciacao, y su estribillo repite una y otra vez: Estás llegando/ yo escucho tus señales. Lo que estaba llegando era la democracia al Brasil, y el tema se convirtió en uno de los himnos del triunfo de Tancredo Neves, algo que quedó claro cuando Alceu se robó el show en la fecha del multitudinario Rock in Rio que se llevó a cabo justo antes de aquellas elecciones, cuando todo el público se quedó coreando su estribillo una vez que había terminado su recital. Mi primer disco de Alceu fue una compilación que tiene todos sus éxitos, incluyendo el tema que tan bien tradujo e interpretó Claudio Kleiman --uno de los pocos fanáticos de Valenca que conozco por estos pagos-- en ese incunable y delicioso cassette titulado Claudio Kleiman y amigos. Para cuando llegó a mis manos Leque moleque, había ahondado un poco mas en la leyenda de Alceu, con las historias que me contó otro amigo, Vitor Ramil, al que conocí durante un viaje a Río para ver a los Rolling Stones antes de que llegasen por primera vez a Buenos Aires, en un hogar que tenia una gran discoteca brasileña que me dedique a investigar concienzudamente durante la semana que pasé allí. Leque moleque --junto a Estacao de luz, otro disco suyo de la misma epoca y similares atributos-- eran los dos vinilos de Alceu que Eduardo Berti tenía en su disquería, que hasta donde yo recuerdo fue bastante efímera, perdida bien en el fondo de una galería que ocupaba la esquina de Pueyrredón y Santa Fe, la misma donde hoy hay un Arredo. Atendí ese minúsculo negocio lleno durante un par de meses, hacia el final de algún año en el que había que juntar plata como fuese, y me dediqué a escuchar una y otra vez esos dos discos, aún a sabiendas que no eran de lo mejor de un artista que me interesaba seguir descubriendo. Aunque tal vez era Brasil el continente por descubrir, pero yo siempre me negué a hacerlo a traves del camino de la MPB, artistas abanderados de los que se iban de vacaciones a Brasil y desdeñaban la Argentina, y también de paso al rock nacional. Mi ruta la fui encontrando a través de estos descastados musicales, y luego lo haría gracias al rock brasilero, que mas tarde me fue devolviendo a esos autores que inicialmente desdeñé, pero a los que evidentemente necesitaba llegar por otro camino. Fue Herbert Vianna el que en su momento me llevó hacia Titas, Legao Urbana e incluso Chico Science --fue él quien me regaló su recién salido primer disco, Da lama ao caos-- y a partir de entonces fui tirando de ese hilo de Ariadna gracias al que la música brasileña dejó de ser un laberinto y pasó a ser una mesa llena de platos que pedían, como las botellitas de Alicia: pruébame, cómeme. Y además fue Joao Barone el que me contó la anécdota de que una noche que no tenía donde parar en Rio, se cruzó en un bar con unos amigos y les contó el problema, y uno de los que compartían la mesa, que él no conocía, lo llamó y le dio la llave de un departamento donde le dijo que podía quedarse. Cuando Joao entró, se dio cuenta que era el departamento donde Alceu guardaba todos sus instrumentos, y hasta había dinero sobre una mesa. Desde entonces y hasta ahora, el batero de los Paralamas no puede creer la generosidad y la confianza de semejante personaje. ¿Como no dejarse llevar por su música, entonces? A pesar de ser un disco fallido, algo que puedo reconocer hoy sin problemas, después de haber conseguido en CD aquellos vinilos que escuché diariamente pero no alcancé a comprar cuando cerró la disquería (ni a vender mientras fui empleado, je), Leque moleque tiene su encanto. Uno que alcanza a este tema que suena casi al comienzo del Lado B, después del gran Chuck Prophet y antes de los norteamericanos Woods. Joven bonita/ serás mi mujer, amenaza Alceu, y el sol del sábado pega más fuerte, mientras los invito a dejar sonar completito un Musica Cretina que todavía merece escucharse de punta a punta.

2 comentarios:

  1. Que alegría que alguien me hable de Alceu, gracias por este escrito!Lo escucho desde hace mucho tiempo, es uno de los pocos artistas que realmente me ha sacado de momentos amargos, es increíble la energía y alegría que trasmite. Yo adoro el disco Live in Montreaux, la versiones que hace ahí son tremendas, una vez mas gracias por nombrarlo, ya no me siento un naufrago escuchando a Alceu solo.

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  2. de nada! los fans de alceu sean unidos... antes de que debutase en buenos aires, en el 2011, tuve la suerte de poder entrevistarlo... aca va el link, por si queres seguir leyendo sobre el
    http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-7429-2011-10-30.html

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