martes, 24 de mayo de 2016

Charly García, "Parte de la religión"


Ella se desnuda y se desviste/ tan lésbicamente/ que no puedo dejar de sonreír 

Me acuerdo de Charly y sus zapatos animal print, me acuerdo de los bises con su remera de RUN DMC. Me acuerdo de estar en primera fila con una cámara absurda, si no era una Kodak Fiesta le pega en el palo, que llevé conmigo para justificar el hecho de haber entrado con una credencial de fotógrafo descaradamente ajena. Me acuerdo de haberla conseguido de casualidad, al cruzarme por Corrientes con un amigo de la Facultad que estaba empezando a trabajar como fotógrafo y venía del Gran Rex, extasiado por un show del que hablaba toda la ciudad y yo no tenía plata para ir a ver. Había grabado de la radio el show presentación de Yendo de la cama al living en Ferro, había ido a ver con amigos los Luna Park de Clics Modernos y Piano Bar, y había también dicho presente en Velez para presenciar entre el barro como le saltaba por primera vez la térmica a Charly arriba de un escenario. El primer Say no more, su primer Lo que ves es lo que hay. No fui a la presentacion de Tango en Palladium, pero los Gran Rex de Parte de la religión fueron celebrados como su regreso con gloria, y llegué a esa primera fila --o mas bien a estar agazapado al lado del escenario, delante de todas las filas-- de pura suerte, con una credencial que pasó de mano en mano en un encuentro azaroso, casi como si me hubiese encontrado dinero tirado en medio de la calle. Creo que por entonces había abjurado un poco de Charly después de dar unas vueltas por el under --los Redondos, la Organización Negra, Todos Tus Muertos-- pero ese Gran Rex fue como volver a casa, y a partir de entonces no dejé jamás de estar atento a sus discos y decir presente en cada uno de sus shows. De todo eso y mucho más me acuerdo cada vez que escucho Parte de la religión, que además fue el gran disco de los primeros años en Ciencias de la Comunicación, banda de sonido (junto con los Redondos y Fito) de las fiestas de Callao 966, aun cuando desde hace ya un tiempo largo haya pasado a convertirse --con mucha menos épica-- en mera música de casamientos. Pero en este último no-programa, llegando casi al comienzo del arranque del Lado A y sosteniendo la antorcha después de Prince, la aparición de Parte de la religión es también un guiño del maestro al discípulo, o del homenajeador al homenajeado. ¿Del vampiro al mordido? Elijan la imagen que prefieran, mientras tanto ese Él nunca avanza/ camina de costado me hace pensar mas que nunca en el presente. Todo se construye y se destruye/ tan rápidamente/ que no puedo dejar de sonreír. Sonriamos entonces, que recién empieza este martes y un Música Cretina que ya parecía agotado demuestra siempre tener algo más para ofrecer.

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