lunes, 28 de marzo de 2016

Suzanne Vega, "Blood makes noise"


Pienso que tal vez te gustaría saber/ los detalles y los hechos

En un mundo solo hecho de trivia, Suzanne Vega seria simplemente la cantante sacrificada ante el altar de la alta fidelidad para que exista el mp3. Los nerds lo saben hace tiempo, pero tal vez haya que explicarlo al resto del mundo: el tema elegido para los primeros tests de la compresion de archivos sonoros que generó el disparo de largada para el cambio del mundo del consumo cultural tal como siempre lo conocimos fue Tom's Diner, incluido en su segundo disco, Solitude Standing. ¿Por qué ese tema? Porque hasta entonces el talón de aquiles de la compresión era la voz humana, y Tom's es un tema a capella: pura voz humana, digamos. Pero se podría argumentar que, además, nuestra Su buena siempre fue, desde su primer exito, mas que humana. Humana redux. Para los fanáticos de la radio, la Vega es en realidad Luka, ese tema pegadizo que helaría la sangre de los que no pueden evitar tararearlo cada vez que lo escuchan si supieran que habla del maltrato infantil, que la clave de este una-que-sabemos-todos, de ese estribillo que tarareamos sonrientes, mirandonos a los ojos para demostrarnos que compartimos recuerdo y lugar en el mundo, es la voz del narrador de la cancion, un niño diciendo una y otra vez que después del primer golpe ya no discutís mas. Además, Luka era, por aquellos años, Luca. Prodan, claro. Funcionaba también algo así como un código secreto entre quienes empezábamos a darnos cuenta que un mito estaba naciendo. Un nombre que repetían quienes no tenian ni idea, pero que para los que si, significaba todo, y esa dialéctica no-se-nada/lo-se-todo era una huella mas de ese ellos vs. nosotros que fundamentaba la batalla cultural en esos tiempos lejanos del rock como lenguaje secreto. También se podría pensar que la Vega es la anti Tracy Chapman, la blanquita folk llegada para compensar a esa negraza que hablaba de coches rápidos yendo hacia ningun lado. Pero eso tal vez haya sucedido en los paises anglosajones, donde tuvo difusion el delicioso debut folk de Suzanne, cuyo hit hablaba de un poster de Marlene Dietrich colgado en la pared de su cuarto. Como podrán darse cuenta a esta altura del relato, siempre fui fan de Suzanne Vega, y le he seguido la pista un disco tras otro, lamentablemente cada vez menos conocidos. Pero que, gracias a una curiosa falla en las subsidiarias locales de las multinacionales --que hace que una vez que editan un disco de un artista sigan editando los subsiguientes, aun cuando sean irrelevantes comercialmente--, durante mucho tiempo se siguieron editando por aca. En su momento, hace años, me di el gusto de hacerle una telefónica para los comienzos de Radar --aún era la época Forn, si mal no recuerdo--, en una especie de díptico con la gran Michelle Shocked, folk blanquita contemporánea de la Suzanne, que también había sacado disco y me atendió el teléfono. Michelle apocalítica y punk (y por lo tanto desconocida en el sistema radial argento), Vega integrada y pop para ese segundo disco que la hizo famosa en todo el mundo, ya sea por Luka como por Tom. Pero el disco preferido de mi Suzanne siempre fue el que --me entero leyendo en internet-- es considerado como uno de los menos celebrados pobres de su carrera. Se trata de su cuarto disco, 99.9 F, producido nada menos que por Mitchell Froom, hasta entonces conocido por su trabajo con Crowded House, y a partir de entonces productor de moda de los 90 pre gunge, el hombre que reformateó a Los Lobos y fracasó con American Music Club, entre tantas otras cosas. Además de casarse con ella, Froom reinventó el sonido de Vega para este disco, algo que está muy bien representado en este poderosísimo La sangre hace ruido (que según recuerdo la Vega escribió luego de enterarse quién era su verdadero padre), una excitante cajita de música industrial que lamentablemente no tiene equivalente en el resto de un album, sin embargo, lleno de deliciosos secretos. Pero me doy cuenta que siempre vuelvo a esa sangre, como lo hice la semana pasada al armar un no-programa de clásicos cretinos, integrado sólo por compacts que se pueden encontrar físicamente en mi discoteca. Fue una semana en que la sangre, efectivamente, hizo ruido. Y lo sigue haciendo, por suerte. Así que sean bienvenidos a un nuevo Música Cretina, en el que la sistole diastole de nuestro empecinado corazón nos mantiene vivos y en la calle. Y mi Suzanne abre el Lado A de un nuevo no-programa cantando eso de que Me gustaria ayudarlo doctor/ realmente me gustaria/ pero el quilombo que hay en mi cabeza/ es demasiado y no me hace bien. 

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