domingo, 3 de enero de 2016

Vitor Ramil, "Joquim" (Bob Dylan)


No hay nada más triste/ que un hombre muriendo de frío

Cada vez que escucho a Vitor Ramil haciendo un cover de Bob Dylan, confirmo que es el cantante que mejor lo reinterpreta al sur del Río Grande. Me acuerdo que, cuando me invitaron a presentarlo en una de sus primeras apariciones en la televisión argentina, desde la producción del programa habían elegido que interpretase un tema –a mi gusto, al menos demasiado “Pedro Aznar” (el ex Seru le había producido el que por entonces era su último disco). Así que, antes de salir al aire, lo convencí para que hiciera una del buen Bob. En ese mismo disco Tambong, muy bien producido por Aznar, dicho sea de paso– había dos extraordinarias versiones: Gotta serve somebody y You’re a big girl now. No recuerdo cuál elegimos con Vitor, pero lo complotamos en apenas segundos, durante el breve tiempo que pasó entre que nos sentaron en el set y terminamos saliendo al aire. Vitor incluso arrancó con el tema elegido previamente, pero enseguida dijo algo así como “también hice una de Dylan”, y cambió a ese tema, dejando a todo el mundo con la boca abierta. Nos ganamos una linda tirada de oreja después, ya que no hay nada peor para quien hace un programa que no tener ni idea de lo que está sucediendo al aire, pero escucharlo a Vitor en su primera aparición televisiva local hacer a Dylan en vez de Aznar me pareció algo parecido a la justicia. Lo había conocido apenas unos años antes, en un viaje a Río de Janeiro para ver a los Stones antes de que pisasen por primera vez Buenos Aires, que me abrió definitivamente la cabeza a la música brasilera. La culpa no fue de Río ni de los Stones, sino del hogar durante el que estuve prácticamente escondido durante mi viaje, que tenía una discoteca magnifica. Vitor estaba parando ahí también, era la casa de su primo, y mientras yo curioseaba entre los vinilos, me contó su historia de niño prodigio de Río Grande más precisamente la ciudad de Pelotas, llegado a Río a mostrar su talento y luego regresado a su hogar, desentendiéndose de todo. Por entonces Vitor estaba volviendo a grabar, y ese nuevo camino lo llevaría a Buenos Aires, donde nos cruzaríamos un par de veces, y a su vez mi camino me llevaría primero a Porto Alegre, donde fue casi mi anfritrión, y mucho tiempo después de regreso a Rio, donde tuve el privilegio de ir a una sesión de grabación de su disco junto a Marcos Suzano. Entre ambos caminos, Vitor imagino Satolep, ciudad imaginaria que era una suerte de reflejo de su ciudad natal, y también su Estética del Frío, el manifiesto de su ser brasileño pero del sur, donde se conoce, justamente, el frío. Tengo que confesar que aún le debo una nota a Vitor, pero porque siempre me imagine yéndosela a hacer a Pelotas, algo que nunca terminó de suceder. Con el tiempo, además, nuestros cruces se fueron espaciando, hasta que mi único contacto era con la aparición de cada disco nuevo, algo que siempre me ponía inquieto hasta que lograba sumarlo a mi discoteca. Pero finalmente me reencontré con él un par de meses atrás, cuando fui al hermoso anfiteatro del Parque Centenario a ver cantar su Milonga del pelo largo al uruguayo Dino, otro artista al que durante mucho tiempo imaginé haciéndole una nota en su ciudad, pero con el que sí pude cumplir. Vitor tocaba sus milongas esa tarde antes que Dino, así que llegué temprano, y volví a maravillarme con su música. Su repertorio recorre hoy toda su carrera, ya que acaba de sacar un hermoso disco doble, Foi no mes que vem, para el que regrabó sus mejores temas, y en el que por supuesto incluye este admirable Joquim, su increíble reversión de Joey, que Dylan incluyó en su disco Desire. Pero donde Dylan romantizó la vida del mafioso Joey Gallo, Vitor le canta a Joaquim Pedro Salgado Filho, un olvidado precursor gaúcho de la aviación, reinventándolo como visionario y revolucionario. Mas Dylan que Dylan, entonces, Vitor canta su Joquim, que abre el Lado B del último Música Cretina, pero no desde su nueva versión, sino que esta es la original, la que grabó en su disco Tango, de 1987. Casi tres décadas más tarde, Vitor canta otra vez a Dylan pero canta también a Vitor, y su Joquim gaúcho la rompe una vez mas en Satolep, como cada vez que pongo play, y no puedo dejar de disfrutar cada uno de sus ocho minutos heroicos y epifánicos. Atención, olvídense del sábado y el año nuevo y escuchen: estamos en Satolep, en medio de una guerra civil, es de noche y la voz de Caruso suena en medio de un teatro vacío. Así empieza la historia de nuestro héroe. ¿Quiénes son esos canallas/ que quieren acabar contigo?

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