sábado, 25 de julio de 2015

Bobby Sichran, "Don't break my heart kid"


No rompas mi corazón, pibe

Cada tanto, Música Cretina vuelve a las bases. Y eso significa que durante unos días la casa se llenará de discos por todas partes, ya que empiezo a sacarlos de los estantes y armar pilas aquí y allá, buscando un orden que –como todo el mundo sabe-- sólo es posible de encontrar desordenando el preexistente. Eso  permite que haya cosas que salgan a la luz, como este compact de un tal Bobby Sichran, al que yo siempre recordé como el proto-Beck que alguna vez tuvo Columbia Records y nunca capitalizó. Al googlear buscando más información de un nombre que fue sepultado por el paso del tiempo, confirmo dos cosas. Una, que Sichran es efectivamente un nombre olvidado: no hay mucha información suya dando vueltas por ahí. Y dos, que efectivamente fue un Beck antes que Beck, al menos en términos de su primera encarnación, aquella que cortaba y pegaba de manera postmoderna sensibilidad folk con técnicas del hip hop. Los pocos que todavía hablan de Sichran aún lo hacen con entusiasmo y respeto, señalando que si no apareció en escena antes que el autor de Loser al menos seguramente lo hizo al mismo tiempo, y lamentando que --a pesar de haber sido celebrado por la prensa y disfrutado de cierto culto-- su disco fue un fracaso comercial mientras que sus experimentos musicales fueron capitalizados muy poco después por artistas como G Love & Special Sauce, Soul Coughing y Everlast. Pero la mayor sorpresa con respecto a Sichran es la otra noticia que trae google: que falleció en febrero de este año, víctima de un tumor cerebral. Aún no había cumplido 46 años, se había casado y tenía un hijo. Bobby Sichran era su seudónimo artístico: su verdadero nombre era Robert Lichtman, y después de intentar suerte en la música, se había metido primero en la Guardia Nacional –que debe ser algo así como la Gendarmería--, donde llegó al rango de Capitán. Y luego en la Neurociencia, donde estaba especializándose en el estudio de la visión. No tenía idea de esto cuando saqué su disco del estante para empezar a armar la pila de compacts que terminó siendo el Lado B de este no-programa. Enseguida fui al tema por el cual conservé su disco, el que era mi hit personal –que no era el tema por el que se hizo conocido--, y a partir de ahí empecé a tirar del hilo hasta apilar lo que faltaba para completar este nuevo Música Cretina. No podía imaginarme que Don’t break my heart kid sería no sólo perfecto para musicalizar este sábado frío y nublado, sino también para recordar a un pibe que lo tuvo todo y sólo cometió el error de llegar apenas un poco antes que todos. 

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