sábado, 3 de enero de 2015

Robyn Hitchcock, "The crystal ship" (The Doors)


Antes de que te deslices hacia la inconciencia/ me gustaría recibir otro beso

Un veraniego sábado de sol también esconde sus momentos de sombra. De hecho, son necesarios para la supervivencia. Así que me acomodo en el rincón rincón más oscuro del quincho para escuchar al buen Robyn cantar al mejor Morrison, mientras el año se decide a ir comenzando. Son tan poderosos estos versos iniciáticos del Rey Lagarto que si no son los que recita en la playa y hacen que Manzarek le proponga armar un grupo –siempre según la anécdota fundacional citada en Nadie sale vivo de aquí—merecerían serlo. Cuando pasó por Buenos Aires, Robyn Hitchcock me hizo recordar el mejor rostro de The Doors, que a veces a uno se le olvida ante la evidencia de tantas pretensiones y canchereadas lagárticas. Y cuando escuché su último disco, The man upstairs, esta versión me hizo recordar sus noches porteñas. Con lo que de alguna manera el círculo está completo. Ahora es cuestión de abrirlo otra vez, dejándolo sonar en esta tarde de enero. Y en un Música Cretina que aún tiene mucho por revelar. 

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