jueves, 9 de enero de 2014

Alberto Wolf & Los Terapeutas, "De ellos dos"


Ellos dos/ Riendo a carcajadas/ Ellos dos/ Le ganaron al mundo

Uno de los mejores discos de la última música uruguaya se llama simplemente De, y es obra de un personaje montevideano bautizado como El Mandrake. AlbertoWolf hace tiempo que andaba por la vuelta, pero yo lo tenía –mi error, de prejuicioso nomás-- como un simple sub Jaime Roos. En una de ésas por su Amor Profundo, un tema que sí debería haber compuesto el Jaime. Y de hecho lo grabó y lo hizo propio. Lo había conocido al Mandrake hace mucho tiempo, en la época que le seguí la pista a los últimos días de Mateo, cuando pisé por primera vez Montevideo a comienzos de los 90, dispuesto a traerme todos los vinilos que se me cruzasen. Compré tantos durante esos días, que me acuerdo más de los que no me compré –Buzos Azules, de Cabrera; el primer solista de Nasser--, que de los que sí me traje. Me lo presentaron porque él y su banda estaban preparando un show juntos con Mateo cuando lo internaron. Charlamos un rato, y me acuerdo que hice una nota en La Maga sobre nueva música uruguaya, donde lo incluí un poco tangencialmente a pesar de tanta charla. Ya saben, el prejuicio. Y ahí lo tenía al Mandrake desde entonces, encerrado en ese lugarcito y con la oficina en orden, cuando me tiraron por la cabeza este De, y se me volaron todos los papeles. Es un disco en el que todo está en su lugar, que arranca despidiendo al Príncipe con furia, que invita a Urbano para homenajear al candombe beat, que hasta se da el lujo de musicalizar un poema de Klaus Kinski que te deja la piel de gallina. Eso. Piel de gallina, rocanrol de puño cerrado y también una sonrisa. Biarritz y un Montevideo bien plugged. Todo eso es De. Por eso es que no se lo pueden fumar todavía los nuevos cantautores porteños, por ejemplo. Ni tampoco los que ahora le hicieron un lugar al rock uruguayo en su pogo de festival. Porque el Mandrake está siempre a medio camino. Es el eslabón perdido. Un agente secreto. Un tipo difícil de ordenar, de meter en un cajón. Lo sé, porque a mí también me pasó. Me lo imagino, ahí, con el chileno y la brasilera, ganándole al mundo. Mientras los turistas, nosotros, sin entender, pasamos y los miramos. Pero, eso sí, hacemos como si entendemos. Yo te saludo, Mandrake. Pero también te desafío, amigo. Cabrera ya cruzó el charco, ahora te toca a vos.

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